No se trata sólo del producto o del precio. Son muchas las
empresas que pierden clientes por una mala atención.
Las personas en contacto con los clientes tienen Un cliente
satisfecho con el producto pero insatisfecho con la atención, puede dejar de
ser cliente en cualquier momento. Una gran responsabilidad; en gran
medida depende de ellas marcar la diferencia. Si la idea es retener a los
clientes, enfócate en las siguientes claves para conseguir calidad en la
atención.
1.
Antes que nada: el saludo: es el primer mensaje
que recibe tu cliente. "Hola", "¿Cómo le va?", "Buenas
tardes", "Bienvenido, mi nombre es..."; todo dependerá de la
formalidad de la organización en el trato y de cada cliente en particular. Pero algo
es seguro: nunca debe faltar.
2.
La cordialidad, siempre: el trato no debe ser
distante o indiferente; es importante que quien esté en contacto con el cliente
sea cortés y agradable. La cordialidad debe mantenerse aun cuando el cliente
esté enojado o el empleado haya tenido un mal día.
3.
A nadie le gusta esperar: La atención debe
ser eficiente. Esto no implica hacer todo de forma inmediata, pero sí valorar
el tiempo del cliente. El empleado debe dejar lo que está haciendo para interesarse
en el cliente; si está atendiendo a otra persona, debe darle a entender que en
cuanto pueda estará disponible, y repetírselo si la situación se demora.
4.
¡No me avasalles, por favor! Cuando un
cliente ingresa a un local, lo ideal es intentar descifrar si está buscando
ayuda o si simplemente desea "mirar". Atosigar al cliente no es
una buena opción, ya que el efecto es contraproducente. Lo recomendable es
acercarse luego de un tiempo prudencial y decirle "¿Puedo ayudarlo en
algo?" o "Ante cualquier consulta estoy a su disposición".
5.
Información confiable: es fundamental conocer
ampliamente el producto que se está ofreciendo. Si al asesorar al cliente, éste
percibe qué entiendes de lo que estás hablando, estará más tranquilo y te
escuchará con mayor atención. Debes estar preparado para brindar un
asesoramiento de calidad, acerca del producto mismo (características, beneficios,
precios) o de las políticas de la empresa (tiempos de entrega, formas de pago,
descuentos).
6.
La apariencia sí importa: la calidad también se
puede ver afectada por una mala imagen: de los empleados, del lugar o de los
productos que se ofrecen. Todo lo que ve el cliente debe brindar un
aspecto formal y profesional. Esto incluye el aspecto de los empleados, el
orden de los productos o la limpieza del local.
7.
Cada promesa es un contrato: las promesas
que se le hacen a un cliente deben respetarse. Siempre que se asuma un
compromiso es imprescindible poder cumplirlo: un trabajo a pedido, un plazo de
entrega, un precio convenido. Si sabes que no vas a poder cumplir, sé honesto; es
preferible la sinceridad antes que prometer algo para convencer o salir de
apuros. No subestimes al cliente. Por una promesa incumplida se pierde toda la
confianza lograda hasta el momento.
8.
Una pizca de flexibilidad: no tiene sentido
excusarse en las estrictas políticas de la organización para no complacer al
cliente. Debes estar dispuesto a ser flexible y a hacer ciertas
concesiones que creas convenientes para generar un buen trato.
9.
La discusión no es una opción: siempre hay
que actuar de forma profesional. Ante una opinión o reclamo por parte de un
cliente, no es acertado discutir o debatir, sino mantener una postura
amable y abierta al diálogo. es fundamental respetar la opinión del cliente,
aunque el empleado o la empresa misma no la compartan.
10.
Quejas y sugerencias: una oportunidad de mejora: cuando
un cliente realiza algún tipo de reclamo está dando una nueva y última
oportunidad: la de reaccionar frente a un error. Ninguna empresa está libre de
cometerlos, sean "reales" o percibidos. Es importante admitir la
equivocación e intentar resolver el problema.
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